Trabajo: privilegio maravilloso / Guillermo Tapia Nicola
Cuando lo tienes, te nutre de esperanza y confianza; te despereza y fortalece en la plenitud de la vida, te motiva a ver la luz y a iniciar con certeza la jornada, te brinda paz y te genera alivio en la tormenta de manera que, te permite seguir siendo parte de un todo que gira, afianzado en esa sensación de superación acompañada.
Es una instancia que no todos logran alcanzar. Simultáneamente es una utopía que mueve el espíritu en su búsqueda, de forma que lograrlo, se transforma en arraigo, mutua pertenencia y desafío cotidiano que dignifica.
El trabajo es la mejor compañía y fruto de la dedicación y respeto que guardas para personas, animales, naturaleza y cosas. Es el fluido de ese motor interior que vibra y sueña en grande.
¡El trabajo eres tú! ¡Es él, soy yo! Somos todos y lo hacemos juntando el hombro y extendiendo la mano. Porque es fiel reflejo del espíritu, sonrisa que anida en el alma y suspiro que escapa cuando el dolor te embarga. Es la sombra que sigilosa camina sobre tus pasos, la aurora de tus amaneceres y el ocaso distendido de todos tus placeres.
Tener la oportunidad de trabajar te hace crecer, pero fundamentalmente, creer en tus capacidades y fijar tus metas. Te ayuda a definir el horizonte de tus triunfos y el sendero a transitar. ¡Es causa y efecto!
De cara a lo que viene, si hay algo en lo que el Estado debe centrar su atención en forma paralela a otras acciones, es la generación del empleo. Única forma de corroborar seguridad de vida a sus pobladores, porque se trata de un derecho fundamental.
Autoridades, empresas e instituciones que se aquietan en la burocracia y descansan en la rutina, se atrofian. Se vuelven potenciales grilletes y sus trabajadores, sumisos esclavos de un sueldo. Unos y otros dejan de sintonizar la demanda y concluyen haciendo, autómatamente, lo que alguna vez aprendieron y dominan, sin más energía que aquella tenue producida por la bombilla que se sostiene de una lámpara que, como ellos, también -reposa- sobre el escritorio.
Oficinas y personal que labora con otra visión y disfrutan del ambiente sano de la competencia, no desmayan en su intento de avanzar, tanto como pueden y jamás abandonan su propósito. No esperan por energía asistida. Ellas mismas son el imput indispensable para activar la maquinaria del emprendimiento y lograr las metas inicialmente trazadas.
Es muy probable que falte arrojo para su concreción. Igualmente es posible que sobren ganas de hacerlo. Pero mientras subsistan trabas y obstáculos que deban desbrozarse y no se lo haga, la maleza, impedirá transitar y abrir nuevos senderos. No lo superaremos solo con «el intento».
Este nuevo año que inicia con albricias y beneplácito, sea tiempo de siembra y cosecha, decisión y enmienda.
La fe, que mueve montañas, acompañe los anhelos de todos los ecuatorianos y los propósitos de cambio se afinquen en tierra fértil. (O)