Transición presidencial / Luis Fernando Torres
Si el Presidente no abandona la Casa Blanca, los militares lo sacarán por la fuerza, decían los comentaristas despistados. Lo cierto es que Trump no sólo dejará su oficina pacíficamente sino que ha dado la orden que se activen todos los protocolos para la transferencia de poderes e información a Biden. En democracias bicentenarias, como la de Estados Unidos, la transición presidencial no ofrece espacio alguno para actitudes salvajes.
Son tan sensibles los asuntos a cargo de un presidente estadounidense que las transiciones presidenciales implican el cumplimiento de estrictos protocolos especialmente en temas de seguridad nacional. En el traspaso de códigos y claves está el manejo de la ciberseguridad y la decisión sobre guerras y conflictos.
Trump estaba en su derecho de impugnar los resultados electorales en los estados en los que creía que le habían hecho fraude. Biden, por su parte, estaba obligado a esperar que se resolvieran los reclamos en las cortes estatales. El uno impugnó y el otro esperó. Despejadas las dudas, a las dos semanas de las elecciones, comenzó la transición presidencial.
En Ecuador, algunas transiciones se desarrollaron en medio de negros nubarrones. En la del 10 de agosto de 1984, al Presidente saliente le arrojaron huevos dentro del mismo hemiciclo legislativo. La de 1988 fue tensa. Y las transiciones de medio período fueron desagradables y frías. El Presidente caído no entregó el mando a su sucesor. Este le quitó el poder con el apoyo militar. En ese entorno de usurpación no hubo tiempo para la transferencia pausada de poderes e información.
La transición del 24 de mayo de 2021 será difícil si ocurre entre los antiguos camaradas de la revolución ciudadana. El ajuste de cuentas será el hilo conductor de una transición con esos actores.
En las democracias parlamentarias no hay tiempo para transiciones de gobierno. Cuando la mayoría gobernante se disuelve o pierde las elecciones, inmediatamente el Jefe de Estado, Presidente o Monarca, encarga al líder de la oposición o al ganador de las elecciones que forme un gobierno y presente su plan al parlamento.
En las dictaduras nunca existe transición. En Cuba siguen los mismos, con diferentes rostros, desde 1959. En Venezuela, Maduro es la personificación de Chávez y todo sigue igual.
La transición en Estados Unidos es un ejemplo del traspaso de poder entre dos presidentes y dos partidos con posiciones irreconciliables en varios temas. (O)