Tras los enigmas del libro de los muertos de Isamba. 1703 / Pedro Reino
“En 6 de Henero de 1703 años, el Maestro (sacerdote) Agustín de Rivera enterró el cuerpo de una vieja llamada Paula Sinalín … de Dn Agustín Tipanchuna.” Dice la primera acta que guarda el archivo de la curia de Ambato. Lo firma del cura Antonio Ortiz, responsable del libro. Cuánta historia llevó a su tumba esa anciana que debió haber vivido por lo menos unos 70 a 80 años. Su pueblo todavía debía estar rememorando la llegada de los hombres que trajeron el caballo y les quitaron, no solo sus tierras, sino el poder y su libre albedrío.
Vengo revisando actas de nacimiento contenidas en los bautismos, matrimonio y muerte. El enigma que quiero revelarles de entrada, es que en este pueblo, todas las mujeres se apellidan Sinailín, y luego simplificadamente los sacerdotes registran como Sinalín. Les advierto, también de entrada, esta no es palabra quichua. Es de una lengua más vocálica, y por lo tanto más sonora. Las vocales son las campanas de una lengua, y cuando se juntan entre ellas hay que poner cuidado para pronunciarlas con claridad. Las actas más antiguas escriben /Sinailín/ y la pereza hispana empieza con suprimir la /i/ y evitar el diptongo.
Les decía que en Isamba todas las mujeres son Sinailín. Los sacerdotes habrían creído que se trataba de apellido y por eso se pueden leer en el registro, en cada año, unas 10 designadas con el mismo nombre: Angelinas, Petronas, Marías o Michaelas Sinailín. ¿Qué pasó con esto que ni los sacerdotes pudieron descartarlo? Desde luego que aparecen algunos otros designativos que han pasado como si fueran apellidos femeninos. Lo que estamos diciendo es que la palabra Sinailín no aparece y no lo es apellido de varones. Tener “apellido” Sinailín es evidenciar el matriarcado isambeño. ¿Corre la misma suerte el designativo /Choasanguil/ que también aparece como apellido en las vecinas dinastías pillareñas? Recordemos que la hipotética madre de Rumiñahui es una señora conocida como Choasanguil, que dicho sea de paso es una palabra compuesta: Choa-sanguil, y que igualmente no es quichua. Los dos antropónimos son entendidos como de lengua quitu-pantsalea, que no es el propio nombre de la lengua, sino designación exógena, acuñada en la época colonial…
“En el asiento de Hambato a 27 de Junio de 1720 años el Ilustrísimo Senor Doctor Don Luis Francisco Romero, mi señor Obispo de Quito de el Consejo de Su Majestad Nuestra, = habiendo visto este libro de entierros de este Beneficio de San Bartholomé de Izamba = dijo que le notifique al cura no ponga las partidas por guarismo i exclusivamente diciendo en dicho día, mes y año por lo que pueda importar, y le mandaba y le mandó pena de excomunión mayor, tenga particular cuidado de asentar todas las partidas eseptuando las de los párvulos y no fiar a la memoria, guardando en lo demás lo prevenido en el libro de bautismos, y así lo proveyó y firmó de que doy fe. Rubricado ilegible, ante mi … Arias
En el asiento de Hambato a 27 de Junio de 1720 años yo el notario leí e notifiqué el auto de suso al Maestro Don Juan Duque, cura beneficiado de el pueblo de Izamba, en su persona, doy fe, rubricado Nicolás de Andrade.”
El libro de los muertos de Isamba, al igual que el de los bautismos, nos revela un esquema del poder que pervivió hasta la colonia. En las actas se lee: “Paula Sinalín … de Don Agustín Tipanchuna”, “Antonia Sumasa, hija legítima de Antonio Suma, de Yzamba, de don Bentura Amaluisa”, “María, forastera, de Bibanco (dinastía de un cacazgo de Ambato), mujer legítima de Esteban Puca, de Yzamba, de don Bentura Amaluisa”, “Ursula Sinalín, mujer de Fracnisco Pilatuña de la parcialidad de Don Agustín Tipanchuna”… En estos ejemplos rápidos, aparecen los jefes dinásticos a los que están sujetos los inscritos. Mírese que aquello de “parcialidades” no es que pertenezcan a territorios solamente, como nos dicen los libros de historia, sino que tienen que ver con jefes mandones -puesto que aquí no aparece la palabra cacique-, bajo cuyo control o pertenencia, se registra el nacimiento o la muerte de un indígena registrado. Solo en este caso hay que reflexionar que estos mencionados jefes dinásticos tenían sus propios súbditos entremezclados en una sola territorialidad, como la de Isamba, quienes a su vez estaban atrapados por el esquema de administración religiosa-colonial. (O)