Traslado de los restos de Montalvo. 1932

Columnistas

“El 10 de julio de 1889 llegó el cadáver a Guayaquil; pero por orden del arzobispo de Quito, monseñor Ignacio Ordóñez, la Iglesia se opuso a la realización de las honras fúnebres y a la inhumación de los restos en el cementerio de la ciudad, porque el escritor no se confesó”. (Lic. César Burgos Flor, Diario El Telégrafo, 10 de noviembre de 2017, Cartas al Director).

Tenía que ser el cura Ordóñez quien con su coro de cómplices ensotanados salieran a ensañarse con mis huesos y la furia que sienten al solo oír mi nombre. “Ignacio Ordóñez, impío por ignorancia, temerario por corrupción, me condena” (Montalvo, Lecciones de  Libertad, p. 226) ¿Acaso vale más que César Cantú, o el filósofo Spinoza de quinen hablo en mis escritos? “pobre él, sin inteligencia ni virtud… llora y se indigna sin haber comprendido mis Siete Tratados… Ni los diarios clericales de París dejaron de levantarse y caer sobre el obispo corrompido cuya infernal concupiscencia… Tente pluma, y alza el vuelo a regiones más ventiladas y luminosas, donde la honestidad y la misericordia te agasajen con sus flores benditas” (Montalvo, p. 228)

“Los fuertes reclamos del pueblo y la autoridad del general Reinaldo Flores, comandante del distrito, se impusieron para el homenaje en una capilla ardiente del cuerpo de bomberos La Unión.

El 12 de julio se efectuó la traslación al cementerio de Guayaquil a la bóveda 469. El epitafio decía: “A Juan Montalvo. Unos guayaquileños”. Ahí permaneció el ataúd casi 43 años. Por decreto de la Asamblea Nacional 1928-29, fue trasladado a Ambato, cuna de su nacimiento, el 11 de abril de 1932. La despedida fue multitudinaria, similar a la de su arribo. El tren que llevaba el féretro recibió saludos y flores en todas las estaciones, tanto del litoral como de la sierra” (Burgos, ob. Cit.)

Era por mi fiesta de cumpleaños, un 13 de abril de 1932 que habían preparado apologías pensando en mi regreso. Yo había salido de entre las tumbas, primero de las de París, donde dejé de existir a mis 56 años; después, fui repatriado en el mismo año de mi muerte en 1889, y enterrado en el cementerio de Guayaquil, de donde, después que me sumaron 43 años de cadáver me dijeron “levántate y anda”. 

“Sesión ordinaria de 24 de marzo de 1930. La declara abierta don Alfredo Coloma, Presidente de la Corporación y concurren los miembros señores Dr. José Ignacio Rivera, Darquea,  Dr. Aurelio Soto, José Joaquín Vásconez, don Emilio Cobo,  el Procurador Municipal y el infrascrito secretario José Ernesto Vásconez.”

Se alude como puntos pertinentes las celebraciones que se avecinan: 13 de abril y 24 de mayo. Se trata de preparar las fiestas centenarias del nacimiento de Montalvo: “El señor doctor Rivera como Miembro de la Comisión nombrada para presentar el proyecto de programa para el Centenario, manifestaré que aún no se ha efectuado este trabajo, en razón del Decreto Supremo por el que se posterga las fiestas para agosto y también por la enfermedad de su colega el señor Montalvo, oportunamente cumpliremos aquel encargo y hoy debemos reducirnos a nombrar los comisionados para la formación de   los programas para el 13 de abril y 24 de mayo…”

“Prendas de vestir de Montalvo.- Dase igualmente cuenta de un oficio del señor Carlos Chacón Montalvo, manifestando que en todo tiempo había estado dispuesto a obsequiar al I. Concejo las prendas de vestir que había logrado conservar dicho señor, de su ilustre antecesor Don Juan Montalvo, y que para dejar satisfecho su anhelo, las había entregado  ya, no dudando que se las conservará con el cuidado y el respeto que se merecen.

El Presidente informa que este oficio era en contestación al que había dirigido la Presidencia al Sr. Chacón Montalvo, solicitándole dichas piezas de vestir que, en efecto, se ha servido ya entregarlas, y que se las ha remitido enseguida a la “Biblioteca de Autores Nacionales.

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