Última charla de un padre con su hija
El sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte de Santa Rosa, tiñendo de dorado los techos de las casas y desnudando la tristeza que se escondía entre las sombras del barrio San Antonio El Mirador, ayer.
A las 08:30 horas, el equipo del móvil Santa Rosa llegó al lugar, tras recibir un llamado del ECU-911 que alertaba sobre una persona fallecida. Con una mezcla de deber y compasión, se adentraron en el patio de una vivienda que, en otros tiempos, había sido testigo de risas y sueños. Ahora, se había convertido en el escenario de un dolor inimaginable.
El padre que todavía lucía el asombro y la angustia en su rostro, relató los momentos previos a la tragedia. Había estado conversando con su hija, de 25 años de edad, disfrutando de un instante que prometía ser cotidiano. Sin embargo, el destino les tenía reservada una cruel sorpresa. La joven había mencionado que se retiraría a descansar, y esos serían sus últimos momentos de vida.
Cuando el padre entró a la habitación, el mundo se detuvo. La imagen que encontró fue desgarradora: su hija suspendida de la viga del techo, atrapada entre el silencio y la desesperación. A pesar de su instinto de salvarla, de pensar que quizás aún había una oportunidad, se enfrentó a la dura realidad de que el tiempo no podía deshacer el dolor. Llamaron a la Policía Nacional, pero al llegar, el diagnóstico fue claro y frío: no había signos vitales.
El llanto ahogado de una familia se transformó en un eco desgarrador, y el patio, que alguna vez había sido un refugio de amor, se llenó de la presencia de las autoridades. La joven había estado enfrentando una lucha silenciosa contra la depresión, una batalla que se libraba en la soledad de su mente. (I)