Una Asamblea Fragmentada: ¿Gobernabilidad o Estancamiento?

Columnistas, Opinión

Las elecciones de 2025 dejaron a Ecuador con una Asamblea Nacional profundamente dividida en dos bloques enormes, reflejo de un electorado cansado de los extremos y ávido de soluciones. Sin mayorías claras, el gobierno -sea de un lado o de otro- enfrentará un desafío monumental: negociar cada decisión en un hemiciclo donde las alianzas son frágiles y los intereses diversos.

La fragmentación legislativa no es nueva en Ecuador, pero esta vez el equilibrio de fuerzas es aún más precario. Con dos bancadas enormes y algunos partidos dispersos,  sin una coalición dominante, la aprobación de leyes clave dependerá de acuerdos entre grupos con visiones muchas veces opuestas. La pregunta es si primará el pragmatismo o si, como en legislaturas anteriores, la pugna política bloqueará las reformas urgentes que el país necesita.

El mayor reto será garantizar estabilidad sin caer en la parálisis legislativa. En un país golpeado por la inseguridad, la ciudadanía no tiene paciencia para disputas estériles. Un Congreso que no logre consensos corre el riesgo de agravar el desencanto con la democracia y fortalecer discursos populistas.

A pesar del panorama complejo, la fragmentación también podría ser una oportunidad. Si los asambleístas priorizan el bien común sobre los intereses partidistas, Ecuador podría avanzar hacia una política más representativa y dialogante. Pero si prevalece la confrontación, la Asamblea de 2025 podría convertirse en otro símbolo de inoperancia, con consecuencias graves para el futuro del país. (O)

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