UNA CULTURA EN ACCIÓN
Dos hechos marcaron la agenda mediática en cultura en nuestro país, por un lado, en la
programación organizada por una empresa privada financiada por el presupuesto para fiestas de
Quito 2024 el QuitoFest, un festival de música rock que en sus inicios en la primera década de
este siglo logró poner en escena un excelente sonido, tarima y traer al país bandas de rock y
metal europeo y americano, sin embargo su público o la escena como se denomina a los
seguidores de este género, no dieron convocatoria a este festival, además en esos años (2009-
2014) toda la escena rock fue penetrada por el discurso cautivador del gobierno de entonces que
sumó a la burocracia a muchos de los colectivos mas grandes de las principales ciudades, así el
género se burocratizó y dejó de representar la juventud.
Ahora el QuitoFest revivió bajo el compromiso de campaña electoral del alcalde Pábel Muñoz
con los dueños de la marca del festival, al cual se realizaron algunos cambios como por ejemplo
incorporar música chicha nacional, géneros urbanos y algo de rock, en medio de este escenario
una banda, Mugre Sur realizó la simulación de decapitación a la figura del presidente Daniel
Noboa y el debate sobre arte, performance, cultura y simbolismo se activó.
Otro hecho, ha sido la decisión de la Función Ejecutiva en vetar la reforma a la ley de cultura,
un texto que se fue redactando desde el año 2018, poco crítico con el gobierno anterior (2007-
2017) que permitió mantener la vieja institucionalidad cultural de la Casa de la Cultura (1944)
por la oportunidad técnica del Ministerio de Cultura (2007), el texto de reforma fue alimentado
por una comisión en la Asamblea Nacional que parceló las consultas a los actores sociales y por
otro lado en medio de una dirección de la Casa de la Cultura que apuntaba hacia la política
electoral por el viejo y equivocado camino del uso privado de la institución pública, así el
director de la Casa de la Cultura prestó la infraestructura para los todavía grises levantamientos
de 2019 y 2022 que finalizó en una fallida candidatura legislativa.
Es correcto entonces la decisión del presidente Daniel Noboa en vetar la reforma a la ley de
cultura, teniendo presente que en 2025 se vienen elecciones de la Casa de la Cultura y el
Congreso de Gestión Cultural de Tungurahua.