Una guerra perdida
La guerra entre rusos y ucranianos es una
pérdida para los dos bandos y para el mundo entero. No hay ganadores sino solo
pérdida de vidas, de dinero y de paciencia.
Es devastador ver el video que circuló ayer donde
soldados rusos que huían de un contraataque ucraniano son acribillados a
mansalva intentando subir a un bote que les podía alejar de la orilla. Estoy
seguro que esos pobres soldados eran jóvenes con familias y amigos que no
estaban convencidos del capricho de Putin ni de sus destellos imperiales de
acabar con Ucrania. Y la violencia macabra ha sido recíproca, con escenas que
la humanidad no olvidará.
Tengo la impresión de que no acabará pronto.
Ucrania concentró muchos apoyos internacionales, armamento y dinero, pero Rusia
todavía sigue siendo Rusia y Putin se sostiene a pesar de todos los intentos
por sacarlo del poder. La rebelión de los mercenarios fue controlada (sino fue
un teatro en sí mismo) y los aliados con China a la cabeza no se han ido. Está
estancado el conflicto, como cualquier gran guerra.
Recuerdo que de pequeño no entendía porque las
guerras se establecían con periodos de tiempo tan amplios. Años, lustros y
hasta décadas. Pero es porque precisamente no hay guerra rápida entre iguales o
parecidos. Lo de Ucrania y Rusia cumple con el parámetro histórico de las
guerras complicadas. De las que se demoran, giran y terminan sin guías claras.
Qué traumática es la guerra para los que la
pelean. No hay nadie que se salve de su daño. Afecta la mente, el espíritu y el
corazón hasta de quienes triunfan. Nadie se queda al margen ni en la
indiferencia. A Rusia le tomará muchas décadas recuperar la imagen y las
conquistas internacionales que logró antes del disparate de Putin. A Ucrania,
su infraestructura y sus vidas. Han perdido ya las dos naciones así Ucrania se
imponga.