Utah y el progreso / Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

De los 50 estados que forman parte de Estados Unidos, Utah es al que mejor le va, desde hace 12 años, en competitividad y progreso económico. Ofrece el mejor entorno para los negocios, el desempleo y la pobreza son los más bajos, los servicios públicos de salud y educación son altamente eficientes y la gente está entre la más feliz y dichosa de la unión americana.

Es un estado rojo, dominado por los republicanos, que no ha sucumbido a las políticas progresistas de los estados que se encuentran en decadencia económica y social.

Los gobernantes estatales y locales se caracterizan por impulsar los negocios, las actividades empresariales a toda escala y la creación sostenida de fuentes de empleo. No son prisioneros de la demagogia populista y estatista.

No existe impuesto a la herencia y los impuestos corporativos a los negocios están por debajo del 5%. Con los impuestos sobre las propiedades se financian los servicios públicos de salud y educación.

En la base del comportamiento de los gobernantes y de la gente se encuentra la matriz religiosa, predominantemente mormona, que promueve el ahorro, la frugalidad en el gasto, la gratificación material no inmediata sino posterior y la estabilidad de las familias. A Stephen Moore, columnista del WSJ, le llama la atención que los domingos  se vea en los exteriores de las iglesias a familias enteras después de los servicios religiosos. Para él, esa es una señal de una sociedad con un comportamiento diferente de aquellas que han ingresado en la espiral de la ruptura familiar y la violencia social.

Las cuentas públicas de Utah y de los gobiernos locales están en orden. Gracias a un gasto público controlado, resulta innecesario subir impuestos. El estado no es una carga pesada para los ciudadanos. Es, además, el que menos gasta en educación por cada estudiante. Y, a pesar de ello, sus niños y jóvenes  están dentro de los 10 mejores puestos en las pruebas de matemáticas y lectura.

La receta del éxito de Utah estaría al alcance de los ecuatorianos, si alejara de la mentalidad de los gobernantes, la demagogia, el populismo y el estatismo, y la gente construyera su visión de la vida con las luces del trabajo responsable y creativo, el respeto a los demás y la confianza en las iniciativas propias. (O)

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