Venezuela y su gente latinoamericana
La historia latinoamericana nos cuenta que cuando Simón Bolívar se rebeló, en 1.821 contra los abusos e injusticias españolas, en Venezuela, hubieron cientos de pensamientos opuestos y gente, que aún siendo mestiza e indígena o afro, se sentía cómoda con la colonización.
Después de 203 años que han transcurrido, lamentamos ver la realidad de este hermano y hermoso país, Venezuela, que es una potencia natural y que con gobiernos inteligentes puede superar sus limitaciones de maneras más justas.
“No hay que vincularse con política” nos hicieron creer, en especial a la mayoria de países latinoamericanos, luego empezamos a ver cómo la historia nos contaba la manera en la que la Revolución Bolivariana, iniciada por Hugo Chávez, tenía como uno de sus propósitos vincular a la clase popular en sus procesos “democráticos”, tratando supuestamente de empoderar a la población antiélite, rescatando todos los derechos sociales básicos en “igualdad de condiciones”.
Seguidamente, con Nicolás Maduro, vimos cómo esa democracia se iba convirtiendo poco a poco en una oclocracia visible, con la permanente demagogia y el discurso decadente de “equidad” cuando los líderes de este proceso vivian ostentando derroches permanentes de riquezas, viajes, lujos y el doble discurso que debilita las acciones en la realidad.
Ahora en los años 2023-2024 después de una visible ilegalidad internacional cometida en contra de la precandidata presidencial María Corina Machado, al negarle su derecho de participar en las elecciones de Venezuela e incluso tomarse las atribuciones de sancionar a restaurantes y hoteles que apoyaron su campaña, vemos que Venezuela está en una de sus peores crisis internas que vienen arrastrando ya algunos años y lastimosamente el pueblo valiente venezolano no tiene las agallas para defenderse o levantarse frente a tanta injusticia y autoritarismo permanente.
Organismos internacionales determinan el fraude electoral en las elecciones del 28 de julio, 2024, en donde de 10 candidatos, se vuelve a dar la ganancia, pese a un visible rechazo de la población en su mayoria, a Nicolás Maduro, quien incluso sin reparos públicamente manifiesta que quiere un régimen militarizado en Venezuela y que él y su gobierno, calificado por muchos como nefasto, no se irá del poder en ese hermano país.
Ahora, ¿qué nos queda como latinoamericanos? A pesar de que reconocemos que el Derecho Internacional no es coercitivo por los dos principios básicos de la Autodeterminación de los pueblos y por la no injerencia en asuntos de otro Estado, no nos queda más que continuar siendo veedores de que la Democracia alcance a manifestar la voz del pueblo y que la ciudadanía se una en un solo puño para al fin lograr una Venezuela libre, o por lo menos no tan sometida como ahora vemos que permanece. (O)