Vida apagada en la soledad de la calle
Eran más de las 18:00 horas, de antier, cuando en las transitadas calles de Maldonado y Araujo, la vida de Jorge M., de 56 años de edad, llegaba a su fin en medio de la rutina diaria de un sector acostumbrado al bullicio. La escena, a primera vista, parecía ser solo una más de tantas que se ven en las esquinas de Ambato, pero esa tarde, todo cambió.
Según los testimonios de los vecinos, Jorge era una figura conocida en el sector. A menudo se le veía consumiendo bebidas alcohólicas en compañía de otros hombres, buscando en la compañía efímera un refugio para sus penas. Lamentablemente, esta noche, la soledad lo traicionó.
La escena del hallazgo fue desgarradora. El cuerpo de Jorge yacía inerte en la acera, rodeado de la indiferencia de la noche. Los signos de una muerte lenta y dolorosa eran evidentes: fluido gástrico en su boca y fosas nasales.
La vida de Jorge fue marcada por la marginalidad y la lucha contra sus propios demonios. Sus días transcurrían entre sorbos de alcohol y la compañía de otros hombres que, como él, buscaban escapar de una realidad difícil. Su muerte, aunque trágica, no fue inesperada.
La noticia de su fallecimiento conmovió a los vecinos, quienes recordaron a Jorge como un hombre solitario pero inofensivo. Su partida deja un vacío en el corazón de quienes lo conocieron. (I)