Visando criterio 

Columnistas, Opinión

La era de los tiempos, cambiante e inoportuna como ella sola, apuesta ahora -una vez más- por la victimización, luego de haber transitado irresponsablemente por la apropiación indebida, la acumulación de poderes, los contratos a dedo, los concursos amañados, los sicariatos y ajusticiamientos bajo pedido, entre tantos otros procedimientos y delitos reñidos con la ley. 

Y ciertos agoreros del desastre, que no quieren ver más allá de su nariz, cambiando de ritmo pierden la cabeza, seguramente porque sucumbieron a esos encantos y ahora se erigen en insignes defensores de un “derecho” inexistente, de exigencia y explicación sobre el retiro de una visa a una persona que a juicio del Estado no debe permanecer en el país. 

La historia reciente refiere varios momentos similares acaecidos en distintos países del orbe y en casa propia, sin que en ninguno de esos eventos hubiere precedido o concurrido una justificación pública a la decisión de retiro o revocatoria del visado que, faltaba más, es una prerrogativa exclusiva de los estados. 

Inexplicable entonces que la “parafernalia” cegada en su más vigoroso esplendor, haciendo fila, adopte la postura de defensor público de la “visitante non grata”, argumentando una supuesta consecuencia anticipada, con similares acciones que pudieren verificarse en el futuro y que -según ellos- podrían acontecer en carne propia.

A ese absurdo pretenden otorgarle la categoría de “curarse en sano”, cuando aquello no procede porque la enfermedad de que adolecen no está en la carne, sino en el alma. 

Ni Santo Tomás sería capaz de creerles y mucho menos de acompañar esa tesis traída de los cabellos. 

Sin lugar a ninguna duda la conveniencia política y la necesidad de posicionar opinión y respaldo, por lo que pudiere sobre venir, y la conveniencia de apartarse de todo lo que huela a ejercicio y administración pública, les mueve a semejante despropósito. 

Dejen que la deportación, conforme a ley se produzca y guarden compostura, manteniendo firmes los pies en tierra, para evitar el faroleo y la sobreexposición innecesaria. Esa actitud, pecando de sinuosa, bien puede aportarles mayores réditos que la de apropiarse del bulto ajeno. 

El país se los va a agradecer. (O)

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