Vivimos con miedo

Columnistas, Opinión


El miedo o mejor, los miedos, siempre han existido y existirán. Sólo que las fuentes, las maneras de enfrentarlos y, sobre todo, el sentido que adquieren según los contextos socio culturales que hacen posible su emergencia, cambian y son diferentes en oriente que en occidente.

El miedo esta instaurado desde una perspectiva cultural, tenemos miedo al cambio, soledad, muerte, vejez; consolidados todos aquellos por una identidad cultural explicitas en las familias, por generaciones y generaciones.

La misma retórica se emplea por los maestros, que así esperaban mantener el orden en sus aulas; y no hay duda de que las religiones aprovecharon el miedo innato a las fuerzas de la naturaleza para fundamentar su autoridad como intermediarios de una divinidad que podría suspender los castigos y retribuir los méritos.

¿De qué manera se estableció el catolicismo?, mediante el miedo.  El arte Barroco de las iglesias, sus cuadros, cristos y demás artilugios, tienen el efecto y el defecto de evangelizar con imágenes que simbolizan sufrimiento, pecado, infierno, etc. 

Los recién nacidos, a menudo no temen a la oscuridad y, al contrario, algunos no videntes, que no conocen la luz del día, se asustan cuando anochece, ya que el organismo vive naturalmente al ritmo del universo. Es entonces algo útil y natural, el miedo es una emoción, no un sentimiento; las emociones son biológicas ya que tienen una localización en las áreas cerebrales, por lo tanto, son inconscientes, al contrario de los sentimientos que son conscientes.

El miedo tiene muchas caras, tenemos que analizar qué es lo que puede estar provocándolo. Las reacciones ante el miedo es sólo la conducta observable, pero detrás de eso, hay algo de fondo de lo que posiblemente no nos hemos percatado, talvez una base biológica, psicológica, social, cultural etc. (O)

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