Vivir conforme a la justicia, la ley y el derecho / Ing. Patricio Chambers M.
El desconcierto que vive en estos momentos la capital de los ecuatorianos respecto a quien le corresponde actuar como alcalde de la ciudad, es de tal magnitud que prácticamente ha paralizado la marcha de la urbe en casi todos sus ámbitos, con consecuencias casi impredecibles a futuro.
No es para nada un ejemplo a seguir como en otros tiempos, hoy los destinos de esa ciudad se debaten en medio de interpretaciones particulares de la ley tan dispares entre sí, que han llevado a un lamentable entrampamiento de las cosas.
Lo que ha ocurrido y continúa ocurriendo debe ser motivo de una profunda reflexión principalmente alrededor de lo que significa la justicia, así como su expresión a través de la ley y su aplicación mediante el derecho.
En esa línea, queremos recoger algunos elementos descritos por Ana María Pliego en su artículo “Estudio simbólico de la diosa Maat” en alusión a esta representación de la justicia en el antiguo Egipto.
En cuanto al tema que nos ocupa, cabe insistir en que forma parte de la naturaleza del ser humano el vivir su propia existencia en la Justicia, la Ley y el Derecho. Existe en nosotros una suerte de conciencia primaria y originaria de lo injusto.
Por otra parte, es necesario reconocer que el derecho ha contribuido a edificar los Estados modernos, y sobre el derecho como certeza, se tendrá que construir las sociedades del futuro.
Helena Petrovna Blavastky, recogiendo antiguas enseñanzas de oriente y occidente, define la justicia en función del karma, y afirma que por cuya ley, en virtud de sus operaciones inexorables e infalibles, cada pueblo o persona recibe aquella recompensa o aquel castigo que ha merecido, ni más ni menos.
En la antigua Roma, Cicerón explicará que la justicia es el verdadero fundamento del derecho y expresa la igualdad de las personas ante la ley moral. El origen de todos los conflictos sociales es la falsa concepción o aplicación de la justicia.
En la Grecia clásica el filósofo Platón consideraba a la justicia como la resultante de todas las virtudes, expresión de la unidad armónica que debe reinar en el espíritu, mientras que las demás virtudes responden a un aspecto particular.
Mucho antes en la historia veremos que en Egipto la justicia no es una noción relativa ni depende del individuo, sino de Dios que fija sus reglas. La justicia sería entonces algo emanado de lo divino representada por la diosa Maat, hija del Dios creador.
Por ello la justicia es grande, invariable, segura y no ha sido turbada. Los límites de la Justicia son invariables y se traduce mediante la Ley y constituye una obligación moral. Es la base del orden social y de la propiedad. Poner obstáculos a la ley, es abrir la puerta a la violencia.
Ptah-hotep dirá que “la iniquidad es capaz de apoderarse de la cantidad, pero el mal nunca llevará su empresa a buen puerto.” (O)