Volver a tener patria / Luis Fernando Torres
Fue el gran Benjamín Carrión, en sus Cartas al Ecuador, quien dijo: “ahora es preciso volver a tener patria”, después de cuestionar, lleno de pasión, que los ecuatorianos de 1941 fuimos “conducidos indecorosamente a la derrota, a la mutilación y a la vergüenza”, cuando el Perú nos arrebató más de 200 mil kilómetros cuadrados de nuestro territorio.
En la semblanza del fundador de la Casa de la Cultura, escrita por el pájaro Francisco Febres Cordero, con el título “Pasiones de un hombre bueno”, se descubre el esfuerzo intelectual de Carrión para trazarle un camino de salida a un país doblegado, con la moral en sus horas bajas. Por ello, hace un llamado contundente: “construir una patria, una pequeña gran patria con el material humano que tenemos”.
Y no se queda allí sino que da un paso más para esbozar su propuesta de convertirnos en un pequeño gran pueblo, por ser, por un lado, una nación pequeña, y, por otro, porque podemos convertirnos en una potencia cultural “en los ámbitos de la espiritualidad, de la ética, de la solidez institucional, de la vida tranquila y pulcra”.
No existe duda, después de leer el libro de Febres Cordero, del alto vuelo intelectual de Benjamín Carrión. El ensayo fue su espacio ideal. En la novela no le fue bien. Tuvo los dotes del vate, sin haber escogido a la poesía para proyectarse. El Santo del Patíbulo es una de las obras por la que más se le ha criticado, debido a la ausencia de rigurosidad histórica. Su respuesta fue que escribió el libro con el propósito de mostrar el rostro de un tirano, con su arma predilecta, el sarcasmo. No fue justo con García Moreno. Lo desfiguró por una razón política, antes que literaria.
En América se conoció la fuerza literaria ecuatoriana gracias a Benjamín Carrión. Sus libros transmitieron la condición excelsa de nuestros autores fuera de los límites patrios. Su contacto personal con los más grandes literatos del América fue una forma de colocar a nuestro Ecuador en el radar del pensamiento continental. Nicolás Guillén, Miguel Angel Asturias, Gabriela Mistral, Alfonso Reyes, estuvieron entre sus aliados. En una carta, Mario Vargas Llosa le dice: “usted no se acuerda ya de mi, pero yo sí lo tengo muy presente (…) charlar con usted fue una de las mejores cosas que me ocurrieron mientras desempeñaba ese puesto” en la radio-televisión francesa.
La patria estuvo en el centro mismo de la exuberancia intelectual y personal de Carrión. (O)