Y los jóvenes ¿qué necesitan?

Columnistas, Opinión

En Ecuador, al menos el 30% de la población es menor de 18 años, es decir, una gran parte de nuestra población es joven.

La Constitución de nuestro país determina a las y los jóvenes como actores estratégicos del Desarrollo de nuestra sociedad, sin embargo, yo me pregunto: esa misma sociedad:  ¿cómo, cuándo y dónde se ha preocupado realmente por saber qué necesitan los jóvenes?

Nos queda claro que incluso más de la mitad de nuestra población tiene menos de 30 años de edad y en América Latina de la misma manera, aproximadamente el 25% al 27% de la población es considerada joven; por tanto, en nuestros países latinoamericanos la población joven es la que pone las reglas del juego en todo tipo de procesos sociales, sean éstos: de educación, de cultura, de ambiente, de economía, de progreso en general.

El buen Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001, en su libro “El precio de la desigualdad: cómo la sociedad dividida de hoy pone en peligro nuestro futuro”, nos hace comprender de cierta manera, la gran responsabilidad que debería recaer en las sociedades modernas, que en lugar de únicamente señalar lo “incorrecto” de las poblaciones jóvenes, deberían preocuparse más por generar estrategias de involucrar más a esas poblaciones (que requieren mayor atención), en procesos inteligentes, que crean su propio progreso y desarrollo; es decir, las manifestaciones sociales generadas en Estados Unidos, por ejemplo, por el movimiento “Occupy Wall Street”, son una muestra de cómo el actual sistema político mundial favorece única, exclusiva y generalmente a los que tienen mayor poder económico, en lugar de contribuir con la consolidación firme de un sistema nuevo, que impulse verdaderos procesos de equidad y disminución de la brecha de extrema pobreza y extrema riqueza.

¿Y en eso en qué intervienen los jóvenes? Desde las Escuelas, Colegios y Universidades se debería empezar a implementar procesos que verdaderamente les empodere a las y los jóvenes para involucrarlos en temas que les motiven a deconstruir el sistema patriarcal tan demandante y desigual; que les empodere a creer más en si mismos y en su propia identidad cultural para crear más y copiar menos; que les empodere para aprender a implicarse en temas que les ayuden a desarrollar su propia inteligencia financiera; que les haga comprender que la política es la organización y el funcionamiento del poder, y por tanto, a tener consciencia al ejercer sus derechos civiles y su poder de decisión.

Pero los jóvenes actualmente en su permanente “relación” con la vasta cantidad de redes sociales existentes, muchas veces, dejan de lado la posibilidad de mejorar su intelectualidad (esa que sólo la pueden adquirir leyendo), por estar a “la moda” en el tiktok o atraer más seguidores en sus redes sociales usando poca ropa o bailando el baile que los mismos jóvenes lo ponen de moda muy superficialmente.

En conclusión, las y los jóvenes del Ecuador, de Latinoamérica y del mundo entero, deberían darse cuenta que la “queja” sólo empeora las realidades y que la “acción” las mejora; si, la acción, es decir, empecemos a quejarnos menos y actuar más desde cada una de nuestras trincheras y posibilidades de consolidar una mejor y más justa sociedad, que los jóvenes brillen y tengan más espacios para desarrollar sus dones, depende de todos y está en nuestras manos; entonces: ¿qué podemos hacer al respecto? (O)

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