Dudas y evidencias / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión


Hay aspectos en la vida en los que no es necesario haber sido actores o testigos para saber que son ciertos, solo sabemos que son y estamos convencidos de ello a fuerza de lógica, suficiente información y argumentos probados. Y hay otros, en los que precisamente por la falta de elementos (o tal vez por exceso de ellos), pueden generarnos dudas o sospechas respecto a su certidumbre.

La paternidad biológica ahora es fácilmente probada o desmentida a través de un irrefutable examen de ADN. La migración de las aves que surcan vastos territorios, es un hecho científicamente probado. La influencia de la luna en las mareas; los beneficios del ejercicio físico en la salud humana; la luz del día; la oscuridad de la noche; la fidelidad del perro a su amo. En fin, cualquiera de ellas damos por sentado que son o no son, sin lugar a dudas. Punto.

En un segundo grupo están incluidos escenarios que podrían generarnos dudas, como el primer hombre en la luna, por ejemplo, o si el 11S fue efectivamente un atentado terrorista, o si hay vida extraterrestre. En cualquiera de estos casos la duda es legítima porque carecemos de elementos, o por el contrario, los hay más bien en exceso al punto de confundirnos.

Finalmente, un último grupo, el más controversial, es aquel en el que todo es tan claro que no cabe la más mínima duda, pero las hay. El holocausto nazi o la redondez de la tierra, por citar solo dos casos, son hechos que para la abrumadora mayoría de seres humanos son claramente innegables, evidentes y probados hasta la saciedad, pero hay grupos extremadamente minoritarios -en realidad tan insignificantes que ni siquiera deberían ser considerados- que piensan lo contrario y sostienen sus peregrinas tesis con testarudez. El caso es que no faltan en este grupo uno que otro personaje con cierta influencia que, por serlo, genera dudas en las mentes más fanáticas y menos educadas.

En este último grupo entra la corrupción del gobierno de Correa. Hay infinidad de hechos que evidencian incontables delitos cometidos con grosero cinismo y sin el mínimo pudor, de forma que la comisión del delito se vuelve incontrovertible. Pero hay quienes, comenzando por los involucrados, siguen negando lo que a ojos vista de una inmensa mayoría de ecuatorianos resulta innegable. Bien dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver.

Y no se sorprenda que, en estos casos, muchas veces, vence el fanatismo y la irracionalidad frente al sentido común, la lógica y la decencia. (O)

mariofernandobarona@gmail.com

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